El Mustang del Presidente

El 23 de Enero, el Museo Histórico Nacional inauguró las remodeladas salas dedicadas al Siglo XX. En ellas se puede apreciar una nueva y moderna cara del viejo museo ubicado en plena Plaza de Armas, cuyos interiores ya tantos conocían de memoria.

La inauguración contó con el estreno de aulas cuyo enfoque en la historia de Chile entre los años 1900 y 1973 ofrece al público una innovadora vista al pasado de nuestro país por medios audiovisuales y gráficos.

Tal vez el objeto más enigmático de la colección son los supuestos anteojos marca Mustang del Presidente Allende. Iluminados en un fondo blanco, se aprecia con escalofriantes detalles esta pieza del lado oscuro del rompecabezas de nuestra historia.

Adyacente a la vitrina, una placa recuenta en primera persona la historia de cómo este objeto salió a la luz. Adjunto las fotos que pude sacar y un escrito textual de dicho recuento.

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Fotos: Esperanza De Oro

ANTEOJOS DEL PRESIDENTE SALVADOR ALLENDE

Esto fue lo que me sucedió el 16 o 17 de Septiembre de 1973 y hoy quiero relatarlo.

Desperté temprano, supe que habían levantado el toque de queda para ese día por unas horas.

Tomé mi “liebre” y me dirigí al centro a mandarle un “cable” a Gonzalo (mi marido que se encontraba en San José de Costa Rica). La Agencia quedaba en bandera frente al Teatro Metro. Una vez terminada mi diligencia, me acerqué al kiosco de diarios más cercano y le pregunté a la señora que vendía “¿usted cree que podría ver La Moneda”? me respondió: “si usted no le tiene miedo a los pacos vaya”.

Caminé hacia el palacio presidencial (…) justo frente a la entrada estaba un muchacha (…) mirando los daños del bombardeo. Me preguntó si sabía dónde quedaba Morandé 80, le contesté “cómo no voy a saber si yo crecí frente a La Moneda desde los siete años”.

(…) Doblamos por Morandé hacia la Alameda, ahí vimos que frente a la puerta (…) estaban dos carabineros de guardia parados enfrente. Dirigiéndome a mi compañera le dije: “pensar que aquí murió Allende”. Uno de los carabineros me miró y me dijo: “¿les gustaría subir?”, le contesté “Sí”. (…) Frente a mí, había un zócalo antes de subir la escalera, ésta estaba llena de hollín y escombros, al dar un paso pisé un cartón, que resultó ser un programa de los Quilapayún, lo tomé (…) Uno de los carabineros me preguntó si quería entrar a la pieza donde había muerto Allende. (…) yo le contesté que sí (…) avancé hasta el centro de la pieza. Quedé paralizada. (…) en el sillón estaban las manchas de sangre y demás evidencias de lo ocurrido (…) el carabinero avanzó y levantó las manos como si fuera un fantasma tratando de asustarnos, luego dijo que el Presidente Allende había disparado desde ese balcón, con la metralleta que le regalara Fidel Castro.

Avancé hasta la otra habitación donde había una gran mesa en el centro llena de tierra y escombros, sin embargo la pieza donde falleció el Presidente Allende estaba intacta.

Salí de ahí y los carabineros tomaron conciencia de lo que habían hecho y nos hicieron prometer que no le contaríamos a nadie que habíamos entrado a La Moneda.

(…) Cuando íbamos bajando las escaleras mis ojos se posaron en el rincón de uno de los peldaños donde había unos anteojos. Los tomé inmediatamente y los envolví en el programa de los Quilapayún (…) Uno de los carabineros me dijo, “no vayan a ser los anteojos de Allende que andan buscando (…). Yo le contesté: “estos anteojos son míos” (…) el carabinero no se atrevió a contradecirme.

(…) He mantenido esta pieza histórica guardada por muchos años. Hoy en democracia, en un ambiente de tolerancia, me ha parecido propicio donar este valioso objeto al Museo Histórico.

Teresa Silva Jaraquemada

Anteojos del Presidente
Salvador Allende

Anónimo
Vidrio y plástico color negro

 

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